He aquí siete recomendaciones para ayudarte a trascender esas
arraigadas ideas de la vanidad. Todas ellas están destinadas a evitar que te
identifiques en una clave falsa con el ego y la vanidad.
1. No te sientas ofendido
La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo
que te ofende solo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte
ofendido, las encontraras cada dos por tres. Es tu ego en plena acción,
convenciéndote de que el mundo no debería ser como es. Pero puedes convertirte
en degustador de la vida y corresponderte con el Espíritu universal de la
Creacion.No puedes alcanzar la fuerza de la intención sintiéndote ofendido. Por
supuesto, actúa para erradicar los horrores del mundo, que emanan de la
identificación masiva con el ego, pero vive en paz. Como nos recuerda A Course
in Miracles [Curso de milagros]: La paz es de Dios; quienes formáis parte de Dios
no estáis a gusto salvo en su paz». Sentirse ofendido crea la misma energía
destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la
guerra.
2. Libérate de la necesidad de ganar.
Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Empeñarte
en ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la
intención. Por que? Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el
tiempo. Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y
con más suerte que tú, y siempre volverás a sentirte insignificante y
despreciable. Tú no eres tus victorias. Puede que te guste la competición y que
te diviertas en un mundo en el que ganar lo es todo, pero no tienes por qué
estar allí con tus pensamientos.
No existen perdedores en un mundo en el que todos compartimos la
misma fuente de energía. Lo más que puedes decir es que en determinado día
rendiste a cierto nivel en comparación con el nivel de otras personas ese mismo
día. Pero hoy es otro día, y hay que tener en cuenta otros competidores y otras
circunstancias. Tú sigues siendo la presencia infinita en un cuerpo que es un
día una década mayor. Olvídate de la necesidad de ganar no aceptando que lo
opuesto de ganar es perder.
Ese es el miedo del ego. Si tu cuerpo no rinde para ganar ese día,
sencillamente no importa, si no te identificas exclusivamente con tu ego.
Adopta el papel de observador, mira y disfrútalo todo sin necesitar ganar un
trofeo. Vive en paz, correspóndete con la energía de la intención e,
irónicamente, aunque apenas lo notes, en tu vida surgirán más victorias a
medida que dejes de ir tras ellas.
3. Libérate de la necesidad de tener razón.
El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja a
hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de
la fuerza de la intención. El Espíritu creativo es bondadoso, cariñoso y
receptivo, y está libre de ira, resentimiento y amargura. Olvidarse de la
necesidad de tener siempre razón en las discusiones y las relaciones es como
decirle al ego: No soy tu esclavo.
Quiero abrazar la bondad y rechazo tu necesidad de tener razón. Aún
más; voy a ofrecerle a esta persona la posibilidad de que se sienta mejor
diciéndole que tiene razón y darle las gracias por haberme encaminado hacia la
verdad. Cuando te olvidas de la necesidad de tener razón puedes fortalecer la
conexión con la fuerza de la intención, pero ten en cuenta que el ego es un
combatiente muy resuelto. He visto personas dispuestas a morir antes que dejar
de tener razón. He visto como acababan relaciones maravillosas por la necesidad
de ciertas personas de llevar siempre la razón. Te propongo que te olvides de
esta necesidad impulsada por el ego parándote en medio de una discusión para
preguntarte: Que quiero? Ser feliz o tener razón?
Cuando eliges el modo feliz, cariñoso y espiritual, se fortalece tu
conexión con la intención. En última instancia, estos momentos expanden tu
nueva conexión con la fuerza de la intención. La Fuente universal empezara a
colaborar contigo en la creación de la vida que la intención quiere que lleves.
4. Libérate de la necesidad de ser superior.
La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los
demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento,
con constante conciencia de que no hay nadie mejor que nadie en este planeta.
Todos emanamos de la misma fuerza vital. Todos tenemos la misión de cumplir la
esencia para la que estamos destinados, y tenemos cuanto necesitamos para
cumplir ese destino. Nada de esto es posible cuando te consideras superior a
los demás. No por viejo es menos cierto este dicho: Todos somos iguales ante
dios ojos de Dios.
Olvídate de la necesidad de sentirte superior al ver a Dios
revelándose en todos. No valores a los demás basándote en su aspecto, sus
logros, posesiones y otros baremos impuestos por el ego. Cuando proyectas
sentimientos de superioridad, eso es lo que te devuelven, y te lleva al
resentimiento y en última instancia a sentimientos de hostilidad. Estos
sentimientos se convierten en el vehículo que te aleja de la intención. A
Course in Miracles habla de esa necesidad de ser especial y superior: El
sentirse especial siempre establece comparaciones. Se produce por una carencia
que se ve en el otro y que se mantiene buscando y no perdiendo de vista las
carencias que puede percibir.
5. Libérate de la necesidad de tener más.
El mantra del ego es más. Por mucho que logres o adquieras, tu ego
insistirá en que no es suficiente. Te verás luchando continuamente y eliminaras
la posibilidad de alcanzar la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es
asunto tuyo decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida. Irónicamente,
cuando dejas de necesitar más, parece como si te llegara más de lo que deseas.
Como estas desapegado de esa necesidad, te resulta más fácil
transmitírselo a los demás, porque te das cuenta de lo poco que necesitas para
sentirte satisfecho y en paz. La Fuente universal está satisfecha de sí misma,
en continua expansión y creando nueva vida, sin intentar jamás aferrarse a sus
creaciones por sus recursos egoístas. Crea y se desliga. Cuando te desligas de
la necesidad del ego de tener más, te unificas con la fuente. Creas, atraes lo
que deseas hacia ti y te desligas, sin exigir que se te presente nada más. Si
valoras todo lo que surge, aprendes la gran lección que nos dio san Francisca
de Asís: … es dar cuando recibimos. Al permitir que la abundancia fluya hasta
ti y a través de ti, estableces correspondencia con la Fuente y aseguras que
esa energía siga fluyendo.
6. Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros.
Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros
sois lo mismo. Dios escribe toda la música, Dios canta todas las canciones,
Dios construye todos los edificios. Dios es la fuente de todos tus logros. Y ya
oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea. Todo emana
de la Fuente. Tú y tu Fuente sois uno y lo mismo! No eres ese cuerpo y sus
logros.
Eres el observador Fíjate en todo y agradece las capacidades que te
han sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has
acumulado, pero atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención que te
dio la existencia y de la que formas parte materializada. Cuanto menos
necesites atribuirte el merito de tus logros más conectado estarás con las
siete caras de la intención, más libre serás de conseguir cosas, que te
surgirán con más frecuencia. Cuando te apegas a esos logros y crees que lo
estás consiguiendo tu solo es cuando abandonas la paz y la gratitud de tu
Fuente.
7. Libérate de tu fama.
La fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los
demás y, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella. Si hablas con
treinta personas, tendrás treinta famas distintas. Conectarse a la intención
significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar basándote en lo que tu
voz interior te dice que es tu meta aquí.
Si te preocupas demasiado por cómo te van a percibir los demás, te abras
desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los
demás. Así funciona el ego. Es una ilusión que se alza entre ti y la Fuerza de
la intención.
No hay nada que no puedas hacer, a menos que te desconectes de la
fuerza y te convenzas de que tu meta consiste en demostrarles a los demás tu
superioridad y autoridad y dediques tu energía a intentar ganar una fama
extraordinaria entre el ego de los demás. Haz lo que haces según la orientación
de tu voz interior, siempre conectada con tu Fuente y agradecida a ella. Mantén
tu propósito, deslígate de los resultados y acepta la responsabilidad de lo que
reside en ti: tu carácter. Deja que otros discutan sobre tu fama; no tiene nada
que ver contigo.
O como dice el título de un libro:
Lo que pienses de mí no es asunto mío
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